sábado, 20 de octubre de 2012

María del Pardo: una leyenda muy antioqueña y maceíta

En el día de hoy les presentó la LEYENDA DE MARÍA DEL PARDO; leyenda que vincula la historia  del pueblo antioqueño en relación a la búsqueda y explotación del oro y también a nuestra población, donde se conserva en la memoria oral de sus pobladores algunas historias sobre la presencia de María del Pardo, en particular con relación al origen de nombre de nuestro cerro titular: El Patiburrú. A continuación les transcribo un texto escrito por Paula Andrea Giraldo Restrepo, historiadora de la Universidad Nacional de Colombia, quien realizó en trabajo para la Gobernación de Antioquia en el año de 2007 titulado "Mujeres Antioqueñas en la memoria de la Ciudad". Esta transcripción se acerca al origen de la Leyenda de María del Pardo a nivel regional. Finalmente, después de este relato, les transcribo una narración de un Maceíta que nos cuenta una versión local de dicha leyenda. Espero disfruten de la lectura de esta apasionante narración.

María Ceteno o María Zafra o María del Pardo

"María Centeno era una de las tres hijas de Capitán Fernando de Zafra y Centeno y de Juana Taborda, vivió entre 1658 y 1645 y fue propietaria de grandes minas de oro en Buriticá y Remedios. A María, los mineros antioqueños le tenían una especial admiración por ser la primera mujer que con su cuadrilla de esclavos se dedicó a explotar el oro en las minas de Buriticá.

El Capitán Zafra y Centeno era hijo lejítimo de don Fernando de Zafra Centeno y de Catalina Fernández y desde muy joven se vinculó a la carrera militar para prestarle sus servicios al Rey de España. A las órdenes de su Majestad estuvo en Italia, España, Alemania y Hungría y en 1548 llegó al puerto de Pernambuco, en Brasil, como Alguacil Mayor de una expedición; posteriormente el Capitán llegó a la isla Margarita -en Venezuela- para defenderla de los ataques de corsarios franceses y en 1555 pasó a la Gobernación de Popayán.

En 1556, el Capitán Fernando de Zafra y Centeno llegó a la ciudad de Antioquia donde conoció a Doña Juana Taborda, su futura esposa; ella era hija de Don Juan Taborda, el hombre más importante de la ciudad, y se casó en primeras nupcias con Don Francisco Moreno de León, quien acompañaba al capitán en su expedición. Don Francisco Moreno falleció a principios de 1562 y en abril de 1563 el Capitán Fernando de Zafra contrajo matrimonio con Doña Juana, de cuya unión nacieron Hernando de Zafra y Taborda, María, Catalina y en 1572 Juan Centeno Taborda, pocos meses después de haber muerto su padre en Tunja.

María Centeno contrajo matrimonio tres veces, su primer esposo fue Don García Jaramillo de Andrade, un acaudalado minero y hacendado que explotaba las ricas minas de San Román en Buriticá, en compañía del gobernador de la provincia de Antioquia don Gaspar de Rodas; al morir el señor García Jaramillo, su viuda heredó las minas y durante más de veinticinco años, con 508 negros, siguió extrayendo oro en enormes cantidades para enviarlo a España. El segundo matrimonio de María Centeno con Alonso de Rodas Carvajal -apodado "El Mozo"- , un Capitán que era hijo de Don Gaspar de Rodas y aunque tenía origen mestizo, en razón de su fortuna aparecía como blanco y tenía el mismo estatus social privilegiado de la élites. Por último María se casó con el Capitán Fernando de Ocio y Salazar, quien murió cuatro meses antes que ella, el 7 de abril de 1645.

María Centeno heredó de su padre y de sus esposos una rica fortuna representada en minas de oro y en grandes latifundios en el occidente antioqueño, para llevar el aguas a las minas construyó un acueducto de quince kilómetros. Los mineros convirtieron a esta mujer en un mito y pensaban que tenía pactos con el diablo, algunos decían haberla visto atravesar el río Cauca cabalgando por los aires con el demonio en forma de mula negra y otros que en Puerto Valdivia existía la roca de María Centeno, con la huella de las herraduras del satánico corcel.

Cuenta la leyenda que en los primeros años del siglo XVII, María Centeno le ordenó a un esclavo que ocultara sus tesoros en lugares difíciles de encontrar, pero cuando pasaron cerca de uno de los afluentes del río Herradura, las mulas cargadas de oro se enfermaron y se vieron obligados a quedarse en ese sitio. Al no encontrar seguridad para su tesoro, María Centeno le dijo a su esclavo "Abrí un hoyo aquí" y desde entonces el pueblo antioqueño de Abriaquí quedó ligado a las tradiciones legendarias de esta aguerrida minera.

Se dice que María Centeno fue la más famosa buscadora de oro, una mujer con muchos ímpetus, luchadora y perseverante, que se enfrentó con tenacidad a la naturaleza y con fortaleza a los hombres."

                                                  La Leyenda de María del Pardo en Maceo

No se ha podido establecer en que momento los maceítas adoptaron esta leyenda y vincularon el cerro Patiburrú a ella. Lo cierto es que la leyenda aún pervive entre los maceítas después de ser transmitida oralmente de generación en generación. Veamos la versión que nos dio el Señor Roberto Castaño (Q.E.P.D).

"María del Pardo era una señora que venía de Yolombó, por el camino rial, y cuando iba atravezando el cerro uno de los burros que llevaba una carga de oro se cayó y como iban amarrados unos con otros se los llevó a todos, y éste se quebró una pata, rodó y fue a dar a una quebrada que queda por allí. Doña María del Pardo era de las mujeres que más ricas existían en ese tiempo existían. Es por eso que desde ese día bautizaron ese cerro con el nombre de Patiburrú."

La Madremonte

A partir de hoy se inaugura en este blog una serie de publicaciones sobre las creencias populares, mitos y leyendas de nuestro municipio. En esta primera oportunidad publicamos la historia de La Madremonte y de la Madriagua o Madre de Agua, dos seres sobrenaturales antropomorfos femeninos que se presentan como defensores de la naturaleza y en algunos casos y en otros como terribles criaturas del mal. El primer relato está basado en la desaparición del hijo del Señor Clímaco Ríos rico comerciante de la población y el segundo de un campesino que logró ver a la Madre de Agua. Espero que disfruten de esta primera entrega.




LA MADREMONTE

"Fue un señor que tenía unos aserradores; el señor se llamaba Clímaco Ríos y entonces él se fue con el niño mayor a darle vuelta a los aserradores. Como era tan lejos, eso era en Playa Chica, entonces soltó el caballo pero dejó al niño cuidando el avío. Cuando regresó no encontró al niño. Entonces se fue todo confundido y le dijo a la abuelita que el niño se había perdido, y todos se pusieron a buscarlo y nada. Vino aquí (al pueblo) donde su Señora que se llamaba Raquel, y por no preocuparla, le dijo que el niño se había quedado con el abuelito. Luego se volvió a ir. Como no lo encontraron, al otro día se llevó a la policía, al alcalde; y como era un señor de tanta plata, se fueron con mucha gente del pueblo a buscarlo.

Cuando de pronto lo vieron pasa por entre unas guaduas. El pelao corrió como si fuera por un camino, hasta que un señor se le tiró y lo cogió; él mordía y echaba uña a todo lo que él agarraba, lo tuvieron que amordazar, y lo trajeron hasta tumba cuatro para que se calmara. Ya lo pusieron en manos del médico, entonces el pelao contaba que era la mamá y la sirvienta le habían envuelto el escapulario en boñiga, y en realidad en el bolsillo de la camina tenía el escapulario envuelto en boniga. Él pelao contó que cuando el papá lo dejó solo, fue la mamá que vino por él y en realidad era La Madremonte que se había convertido en ella pa´quitarle el escapulario y quien sabe que hacer con él.

Ya el muchacho dijo lo que le había pasado y la gente dizque veían por el Alto de la Rusia, la veían peinándose en una piedra, ella era rubia, era La Madremonte, ese animal se come a los niños.   

LA MADRE DE AGUA

"Me dijo Emilio Atehortua, un día cualesquiera:

- Yo te muestro la Madriagua; ella baja a eso de las once o doce del día y sube de dos a tres de la tarde. No se sabe si anda de noche para abajo o para arriba.

Entonces me quedé. Como a las once y treinta del día, cuando en esas y otras le dije:

-Mira donde viene la Madriagua-

-Y la vio de espaldas, una cabellera rubia, blanca y sin vestido, las piernas se le veían blancas vestida hasta las caderas con su cabello.

-Quieres verla subir? me dijo Emilio.

Y me quedé ahí hasta las tres y volvió a subir; yo quería mirarle el rostro, pero ella a nadie le daba el rostro, se sienta y se esconde su cara. Ella subía y bajaba todos los día.

Dicen que la Madriagua se creó, porque la mamá la regaño porque se había ido a bañarse sin permiso y se convirtió en un criatura perdida en el bosque".

martes, 16 de octubre de 2012

Sobre cómo llego la "LUZ" a Maceo

Don Alfonso Hincapié, tomó la escalera y subió lentamente, paso a paso... la gente del pueblo esperaba expectante y le decían: !Hombre Alfonso¡ Te va a matar esa luz. Su esposa lloraba y le reiteraba: !Mijo¡ cuidao que lo va a matar esa luz.

Sin embargo Alfonso siguió su ascenso hasta lo alto del poste. Tomó el interruptor  y cerró el circuito eléctrico, luego se escuchó un chispazo en instantáneamente salió un rayo de luz amarillo intenso de las lamparas iluminando las calles empedradas, mientras un grito de algarabía reflejaba la alegría de los maceítas que miraban asombrados esa luz tan hermosa que traía consigo en anhelado progreso, del que se tenía noticia a través de las historias escuchadas en los escasos radios de pilas y los comentarios de paisanos que habían visitado la ciudad.

Don Alfonso nos cuenta como fue ese maravilloso momento:
"Yo subí eso y ¡Pluuuuuuuum¡ y llegó la luz.
¡Eso fue mucha la alegría de esa gente¡... Yo me bajé de la escalera, pero hay mismo de tiraron para arriba y me decían:   - ¡Hombre Hincapié¡, hombre que luz tan bonita.-  Y la gente gritaba:  -¿Me va a vender luz a mí? ¿Me va a vender luz a mí?

Luego de este evento Alfonso Hincapié, volvío a desconectar, bajó de la escalera y con la ayuda de la vara volvió a cerrar el circuito y la gente entró en jolgorio nuevamente. Alfonso fue aclamado por la gente y le llenaron los bolsillos con billetes; Ese mismo día se armó una fiesta en el pueblo, la gente recorría la Carrera Bolívar de arriba a a bajo para ver el hermoso iluminado público.

Este acontecimiento inició un cambió para lo maceítas, las calles iluminadas fue despojando el lugar de espantos y los bultos que se escondían en las calles oscuras, dejó atrás poco a poco a los merenderos que se ganaban la vida de cantina en cantina y el hogar se pobló de electrodomésticos. Cambios fueron vistos por don Alfonso Hincapié que se convirtió en el electricista de todos los maceítas durante medio siglo y al que hoy le rendimos este humilde homenaje.

Nota: Los acontecimientos aquí narrados a modo de crónica ocurrieron en el mes de diciembre de 1962. y fue inspirada en una entrevista concedida pro don Alfonso Hincapié, que en paz descanse, el 19 de octubre de 2009.